Somos seres integrales

 

Antiguamente, los sabios poseían conocimientos que involucraban distintas áreas del saber, como la física, la matemática, la astronomía, la anatomía, etc. Esto facilitaba la adquisición de nuevo conocimiento y le daba un carácter más integral al que se tenía. Sin embargo, con la creciente complejización y profundización de estos saberes, se hizo necesario separar el conocimiento en diferentes ámbitos para poder estudiarlo, siguiendo ciertas características como el objeto de estudio, las características implicadas, etc. Este modo de proceder, es decir, separar para estudiar, se ha seguido utilizando hasta los días actuales, trayendo una serie de consecuencias al conocimiento.

El estudio del ser humano, por su parte, también siguió la lógica de separar para estudiar, y esto se puede observar en las distintas especialidades médicas, por ejemplo: un neurólogo, que se enfoca en el trabajo con el sistema nervioso; un cardiólogo, que se enfoca en el corazón y el aparato circulatorio; o un psiquiatra, que se enfoca en los trastornos mentales y la psique. Esto ha implicado un conocimiento sesgado y separado del ser humano, remitiéndose sólo a algunos aspectos de él y olvidando otros, que pueden estar tan relacionados, o más, con lo que le ocurre a la persona.

Un ejemplo muy claro de lo anterior es la separación que se ha hecho respecto a las características psicológicas y médicas (fisiológicas), entendiendo las primeras como aspectos más subjetivos e intangibles del ser, y a las segundas como aspectos objetivos y físicos. Esta división pareciera no ser tan decisiva, ya que está comprobado que una reacción como un gran estrés puede implicar una baja en el funcionamiento del sistema inmunológico, y que una enfermedad grave, o no tan grave, también puede implicar una condición psicopatológica, como una depresión.

Cabe destacar que los seres humanos somos seres integrales, es decir, somos una unidad, en donde interactúan múltiples factores que no pueden dejarse de lado. No es correcto entender a las personas como un conjunto de piezas que pueden separarse y estudiarse independientemente, ya que existe una interacción entre estos componentes, y además existen factores más intangibles que también tienen que tenerse en cuenta, como los aspectos psicológicos, los sistemas familiares, sociales, culturales, históricos, etc. Algunos incluso incorporan aspectos espirituales y kármicos. Sin embargo, a pesar de lo positivo que es tener una visión integral del ser humano, existen dificultades a la hora de llevar esto a cabo, debido a la limitación que surge del formarse en distintas áreas del conocimiento. Esta limitación está ligada a la profundización que se pueda hacer de estas áreas, ya que, al llevar a cabo estudios en muchos ámbitos distintos, disminuye el grado de profundización que se pueda realizar.

Un enfoque integrativo de distintas áreas, que contemple la participación de distintos especialistas podría ser una buena opción. Lo importante es tener presente que hay muchos factores en juego a la hora de la ocurrencia de una enfermedad, y considerar sólo uno o unos pocos es algo no recomendable, ya que introduce un sesgo en la compresión del origen de esa patología, y por consiguiente, en la planificación del tratamiento.