Qué son las emociones y cuál es su función

Afecto o afectividad se refiere a toda nuestra experiencias sentimental y subjetiva, abarca aspectos más acotados como el estado de ánimo y las emociones. El estado de ánimo se refiere a esa experiencia de sentimientos difusos, de “lento movimiento”, que duran por horas o días y tiene efectos sobre sentimientos, emociones y cogniciones. Para ejemplificarlo, pensemos en lo que a veces sentimos cuando despertamos en la mañana, el “ando de malas”, que no podemos relacionar con una causa clara y puede que nos acompañe durante todo el día. Influye en lo que pensamos, por lo que si “andamos de malas”, todo lo veremos mal y andaremos más susceptibles a críticas y comentarios.

Por otra parte, cuando hablamos de emoción hacemos hincapié en su carácter de “respuesta” frente a un evento, respuesta que se despliega en un periodo de tiempo corto, y se diferencias de los estados de ánimo en que tiene “un objeto”, una causa clara, mientras que los estados de ánimo no. Frente a una amenaza física como un accidente de tránsito, reaccionamos con una rápida respuesta, respuesta que identificamos como miedo. Si toda la situación se va aclarando, y la amenaza desaparece, iremos recuperando nuestro estado de calma anterior.

Las emociones son tendencias de respuestas a situaciones, y se generan por la evaluación (extremadamente rápida, consciente o no) de claves valoradas como capaces de producir un desequilibrio en el organismo (un daño u oportunidad). Estas respuestas se manifiestan a tres niveles: neurofisiológico-bioquímico, motor o conductual-expresivo y el subjetivo-experiencial. Están destinados coordinar las respuestas pertinentes para disminuir desafíos, lidiar con situaciones desfavorables y optimizar oportunidades.

Siguiendo el ejemplo anterior, evaluamos una situación como posiblemente peligrosa y en segundos se producen cambios fisiológicos activando todo el organismo. Aumenta la frecuencia cardiaca y respiratoria, se tensan los músculos, lo que nos prepara para reaccionar rápidamente ya sea corriendo, saltando y huir del peligro para así preservar las vida.

Darwin postuló que la evolución no sólo forma las características físicas de un organismo, también moldea sus procesos mentales y repertorios de comportamiento. Desde un punto de vista darwinista lo importantes es preguntarse cómo llegaron a existir las emociones y al conceptualizarlas como respuestas adaptativas podemos comprender que surgieron por el mecanismo de selección natural con el objetivo de ayudar a mantener la vida del organismo y la especie.

Frente a situaciones que amenazan la vida, las emociones permiten una respuesta sincronizada de la fisiología, pensamiento y comportamiento que ha ayudado en la supervivencia, por lo que se han mantenido en el bagaje genético de tantas especies hasta hoy. Gracias a ellas, los individuos fueron (y son) más capaces de adaptarse a su medio ambiente por lo que tendían a vivir y reproducirse más. De ser inútiles, las emociones habrían desaparecido a lo largo de la evolución junto con los organismos que las poseían.

Las emociones, son un tipo de radar y sistema rápido de respuesta, que construye y entrega sentido y significado a través del flujo de la experiencia, son una herramienta mediante la que nos preparamos a la acción para mantener las condiciones favorables o para cambiar las condiciones desfavorables.

Por tanto, cabe señalar que no existen emociones “malas”. Cada emoción tiene su función, solo que existen emociones que son agradables de experimentar y otras que son desagradables de vivir. Las emociones negativas o desagradables, nos protegen de las amenazas inminentes y su función es estrechar el repertorio de pensamientos y conductas, trayendo a la mente y el cuerpo tendencias a la acción ancenstrales, específicas, adaptativas, estereotipadas y probadas una y otra vez lo largo de la evolución, siendo decisivas en situaciones amenazantes que requieren acciones rápidas y efectivas para sobrevivir. Al tratar de no experimentarlas nuevamente logramos alejarnos de los estímulos negativos que las originaron en primer lugar o evitamos situaciones que perjudiquen nuestra adaptación.

Ejemplo de esto es el miedo frente a las amenazas y las respuestas de diversas especies de volar, nadar, o correr para escapar, al ser una emoción desagradable trataremos de evitar lo que asociamos a ese miedo; en el caso de la ira, nos incentiva las conductas que buscan destruir el obstáculo que se interpuso ante nuestras metas y en el futuro trataremos que eso no se repita; por otra parte ante la tristeza frente a la pérdida de un vínculo importante el organismo buscará confort y apoyo social y emocional.

Bajo éstas consideración podemos comprender que las emociones no son negativas, ni existen emociones “malas”. Cada emoción cumple su función, nos entrega información sobre nuestra valoración (muchas veces inconsciente) de nuestro medio ambiente y nos preparan para reaccionar a él. Pero, ¿porque a veces sentimos que nos hacen daño?¿porqué se les ha considerado negativas y se ha realizado a la racionalidad casi como una virtud?… Todo eso, en el siguiente número.

Imagen obtenida de: http://www.filosofeando.com/index.php?option=com_content&view=article&id=285:emocion&catid=39:psicologia&Itemid=64

Por Natalia Córdova
Psicóloga Clínica USACH