Sobre Elecciones y Felicidad. Lo maravilloso de no tener opción.

Creemos que si tuviéramos muchas opciones de elección e infinita libertad para construir nuestros proyectos de vida seríamos más felices de lo que somos ahora. Al menos eso es lo que nos dice el sentido común. Contradiciendo estas suposiciones investigación de variadas disciplinas nos plantean algo distinto. Nuestras nociones sobre las posibilidades de elección y la felicidad que nos produce,  son cuestionadas en dos interesantes presentaciones de las conocidas charlas TED. Los invitamos a verlas.

Barry Schwartz plantea en su presentación TED, disponible aquí, (recuerda poner los subtítulos) basada en su libro “The paradox Of Choise”, que la libertad de elegir entre diversas opciones no nos produce necesariamente mayor satisfacción con nuestra elección, de hecho puede producir el efecto contrario. Frente a una decisión con muchas opciones nos paralizamos por la indecisión y una vez que hemos elegido, disfrutamos menos lo que hemos elegido. La insatisfacción ocurre porque frente múltiples opciones, nuestra expectativa de satisfacción con el resultado crece, con lo que es más fácil desilusionarse; además con tantas opciones es fácil imaginar los múltiples aspectos positivos de las oportunidades que estamos dejando de lado y anticipamos la vivencia de arrepentimiento ante nuestra elección; y si no se cumple nuestras expectativas (siempre en aumento) además de fantasear con lo “bueno perdido” nos sentimos culpables de no haber elegido bien. Un gran problema con tener muchas opciones es que el cerebro humano detesta el sentimiento de pérdida, más que lo que disfruta la experiencia de obtener algo.  Perder algo incluso si es imaginado, duele.

Dan Gilbert plantea en su presentación TED basada en su libro Stumbling on Hapinness que nos genera gran miseria que sobreestimamos los efectos de una situación permanente respecto a otra. Sobreestimamos los efectos de nuestras elecciones en nuestra experiencia, y desconocemos que poseemos un sistema inmune psicológico que ayuda a “sintetizar felicidad”. Este sistema, que todos poseemos, cambia nuestra visión del mundo para que nos sintamos mejor cuando ante una elección no obtenemos lo que queríamos. Aún cuando creemos que esta felicidad sintetizada es de inferior calidad (no creemos que nos pueda llegar a gustar algo que no queríamos), cuando las personas se quedan con una opción obligada, cambian su reacción hedónica-estética a dicha elección. Es decir, realmente cambia su experiencia, lo que les hace sentir, lo elegido, en este caso lo que se nos obligo a aceptar. Y el truco funciona aún mejor cuando estamos totalmente atrapados con una opción.

Así de estas charlas podemos desprender que tener diversidad de opciones puede representar un problema cuando en vez de disfrutar lo que pudo ser una excelente y sencilla elección, aumentamos desproporcionadamente nuestras expectativas, invertimos nuestra energía en fantasear con “eso maravilloso que perdimos”, nos arrepentimos de no tenerlo y nos culpamos por haber elegido mal esa opción que no pudo satisfacer nuestras expectativas desmedidas.

El proceso de elección no tiene que ser tortuoso, ni experimentado como una constante pérdida. La naturaleza nos ha dotado de este sorprendente mecanismo psicológico que de hecho nos posibilita ser felices incluso con aquello que no queremos. Es real, cuando no hay más posibilidad podemos encontrar el modo de ser feliz con lo que ha pasado.

No es el objetivo de este texto abogar por la reducción en nuestras libertades, sin desconocer el goce que puede producir el elegir libremente entre opciones maravillosas. Solo por esta vez, quiero ir un poco en contra del sentido común y destacar que es importante considerar que por extraño que parezca, tener opciones reducidas también puede llegar a ser una buena experiencia. Sin duda, algunas situaciones merecen ser preferidas a otras, pero no nos torturemos, ninguna de ellas debe merecer ser perseguida con tal ardor que nos lleve a sufrir en el proceso de conseguirla o nos atormente por haberlas perdido. Disfrutemos lo que tenemos en vez de preguntarse sobre lo que hemos perdido.